jueves, 26 de marzo de 2020

La maleta de Sanjurjo


Seguro que todos conocemos el desenlace final de la Guerra Civil, cuando allá por el 1 de abril de 1939 se dictó el ultimo parte de guerra, aquel que decía “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado” (lástima no poder transmitir el tonito radiofónico del locutor que comunicó dicho parte), con lo que se confirmaba la victoria del bando sublevado y el inicio inmediato de la dictadura militar y personal del general Francisco Franco, que en el transcurso de la guerra había tomado el mando del bando sublevado, tras ser nombrado Generalísimo del territorio bajo su control, la España nacional... esa España grande y libre, lo que le granjeó el apodo de Caudillo, a semejanza del Duce o del Führer… pero el nuestro por la gracia de Dios, todo sea dicho.
Pues resulta, que no era Franco, la persona en quien habían pensado los militares organizadores del golpe de Estado, para que los liderara una vez que hubiera triunfado el alzamiento, y se pusiera al frente del órgano de gobierno militar que se establecería una vez consumada la sublevación contra el gobierno de la República. ¡Sorpresa…Franco estaba detrás en las apuestas!
José Sanjurjo

Ese puesto, de futuro dirigente que “salvara” a España, lo ocupaba el general José Sanjurjo, prestigioso militar que en el momento del estallido de la sublevación se encontraba exiliado en Lisboa, por ya ves tú, poca cosa…simplemente por haber protagonizado otro golpe de Estado que había fracasado en el año 1932, al que incluso le dio nombre, la Sanjurjada. Se ve que el hombre era inquieto y no podía dejar el sable envainado (esto viene a que la frase “ruido de sables” se ha convertido en sinónimo de golpe de Estado o conspiración para llevarlo a cabo. No confundir con limpieza de sable). Pues resulta que, en su traslado desde Portugal a España para tomar la dirección del bando sublevado, falleció en un accidente aéreo en el momento del despegue y, es ahí, donde entra en juego la famosa maleta de Sanjurjo, verdadera protagonista de este relato, pero eso lo contaré un poco más tarde…esperarse un poco, que los hechos históricos hay que ponerlos siempre en su contexto, porque eso de descontextualizar un acontecimiento histórico es agua pasada…
Volviendo a Sanjurjo, este veterano militar se había fajado en “mil batallas”, nunca mejor dicho, empezando por la guerra de Cuba, donde acudió como teniente y salió como capitán. Ya se sabe que, en esa guerra, después de que los yanquis nos "dieran para el pelo", perdimos nuestras ultimas colonias, osease Cuba, Puerto Rico y Filipinas, además de provocar una tremenda desazón y tristeza en la opinión pública española…El Desastre del 98 lo llamaron. Pero como dice el refrán “una mancha de mora con otra se quita”, pues perdida Cuba, nos metimos en Marruecos, en realidad, un pequeño trozo al sur de Ceuta y Melilla, lo que será el Protectorado Español, que dará más de un quebradero de cabeza, sobre todo, en la zona del Rif donde un tal Abd el-Krim protagonizó una guerra de hostigamiento continuo contra los españoles. Se ve que los rifeños no querían ser culturizados y civilizados por los descendientes de Cervantes. Pues fue en la Guerra de Marruecos donde nuestro general Sanjurjo hizo carrera y se granjeó enorme prestigio, alcanzando el grado de general de División tras recuperar el territorio perdido tras el “Desastre de Annual”, una masacre donde miles de jóvenes soldados españoles perdieron la vida a manos de los rifeños del “trabajoso” de Abd el-Krim. En esas estamos, cuando en 1923 se produce el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera que da inicio a su dictadura para salvar a España (según decía el propio Primo de Rivera en su manifiesto "Al país y al ejercito" por el que anunciaba la sublevación) y que será apoyada sin ambages por el general Sanjurjo. Me preguntó yo ¿cuántas veces se ha salvado a España? cientos...menos mal que esa excusa ya no se utiliza en la política y ya no hay "salvadores".
En esta etapa se llevará a cabo uno de los mayores éxitos del Ejército español, el Desembarco de Alhucemas. Antes que el de Normandía, que se ha llevado la fama, los españoles hicimos un gran despliegue logístico y militar, y con acorazados y barcos-bañeras desembarcamos en las playas de Alhucemas a un potente ejército que derrotó rápidamente a las tropas de Abd el-Krim y logró pacificar el Protectorado tras décadas de inestabilidad (Parece ser que el general estadounidense Dwight Eisenhower, el que dirigió el desembarco de Normandía, estudió a fondo la táctica empleada por los españoles en Alhucemas para llevar a cabo su plan en las playas francesas. Copiones… ¿a qué eso no se sabe?). Pues bien, ¿adivináis quién era el jefe de operaciones del desembarco de Alhucema?... Bingo! Nuestro general Sanjurjo, que por ello fue nombrado alto comisario de España en Marruecos, es decir, quien partía la pana en Marruecos e, incluso, años más tarde, el rey Alfonso XIII le concedió el título de marqués del Rif.
Desembarco de Alhucemas
Al poco tiempo, es nombrado director general de la Guardia Civil, que simultanea con el de mandamás en Marruecos. Por cierto, imaginarse las estrellas que estaba acumulando este general, que ya no le cabrían en el pecho y qué influirán más adelante en nuestra historia.
En estas estamos que cae la dictadura de Primo de Rivera y, Alfonso XIII no piensa en él para suceder al dictador jerezano. Parece ser que este hecho no le sentó nada bien a Sanjurjo, ya que endiosado como estaba, se consideraba el mejor preparado, por lo que guardó cierta inquina al tatarabuelo de nuestro actual rey.
En un intento de frenar el descrédito de la monarquía y lavar su apoyo a la dictadura, el Rey convoca unas elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, la cual, los partidos republicanos las habían interpretado como un referéndum entre Monarquía y República. Cuando empiezan a llegar los primeros resultados de las grandes ciudades, es clara la victoria republicana (cuando se contabilice todo, habrá más votos monárquicos que republicanos). No obstante, ante estas primeras noticias, la gente se lanzó a la calle a celebrar el éxito de los partidos republicanos y el director general de la Guardia Civil, ya sabéis, Sanjurjo, confirmó la neutralidad de la Benemérita para evitar cualquier altercado, por lo que Alfonso XIII consideró que ha perdido el apoyo de la población española y decidió exiliarse. Ahí la llevas Alfonso, me imagino que diría Sanjurjo (esto es cosecha mía). Este hecho hizo que se ganara el favor de los nuevos dirigentes una vez que se proclamó la Segunda República, por lo que fue confirmado en su cargo de director general. Pero desde muy pronto, empezó a tener encontronazos con el nuevo régimen republicano, eso de darle autonomía a Cataluña, no le sentó bien, pero, sobre todo, lo que provocó su desconexión con la República fueron las reformas militares de Azaña, con la jura de fidelidad al régimen o la reducción de oficiales y de efectivos en el ejército. Además, si algo caracterizó la II República fue por la radicalización e inestabilidad llevada a cabo por los extremismos, así varios guardias civiles fueron asesinados en diferentes sucesos por la geografía española, como en Arnedo o Castilblanco, lo que llevó a Sanjurjo a empezar a organizar un golpe de Estado para acabar con la joven República, y fue en Sevilla donde en agosto de 1932 se sublevó nuestro general…por ¡España…única e inmortal! (como terminaba su manifiesto) Pero se ve que la cosa no estaba muy bien organizada y dicho alzamiento, que ya sabéis se llamó la “Sanjurjada” terminó en un estrepitoso fracaso, por lo que Sanjurjo fue encarcelado, eso sí, tras ser detenido en Ayamonte para huir a Portugal. Como cabecilla del golpe, fue juzgado y condenado a pena de muerte, que sería después conmutada por el presidente de la República, Alcalá Zamora, por cadena perpetua. En estas estamos, cuando en las elecciones de 1933, las primeras en las que votarán las mujeres en la Historia de España, ganan los partidos de centro-derecha (si… en la República hubo una etapa en la que gobernó la derecha…es lo que tiene la democracia, que gobierna quien consigue la mayoría parlamentaria, sea de la ideología que sea). En esta etapa se discutió mucho si indultar a Sanjurjo o no, y como no había acuerdo, terminó exiliado en Portugal. Allí estaba cuando en febrero de 1936, en las terceras elecciones generales de la República, va y gana una coalición de partidos de Izquierdas llamada Frente Popular, nada que a los españoles les dio por votar libremente y mira lo que paso…  Desde ese mismo momento, un grupo de generales liderados por Emilio Mola empezaron a conspirar para preparar un golpe de Estado que acabara de una vez por todas con la República y, como decía al principio, el general Sanjurjo tenía reservado el papel de máximo dirigente del gobierno que se estableciera tras el triunfo del alzamiento. Mola, verdadero organizador del golpe, de hecho, lo llamaban el Director, lo tenía previsto para noviembre del 36, pero una serie de sucesos lo precipitó a mediados de julio, así el 17 de julio se inició en Marruecos y el 18 lo hizo Franco en Canarias y el alzamiento se extendió por toda España.
Por fin llegamos a la historia de la maleta. Como el golpe no terminó de fraguar en la mitad de España y Sanjurjo estaba en tierras lusas, se mandó una avioneta a Portugal para que recogiera al general y lo llevara a Burgos, que era la base de operaciones del bando sublevado. En esa estamos cuando el 20 de julio de 1936 una avioneta De Havilland DH.80 Puss Moth, de fabricación inglesa, pilotada por el monárquico y falangista Juan Antonio Ansaldo, aterriza en el aeropuerto de Santa Cruz, cercano a Lisboa.
Sanjurjo antes de despegar en Portugal

A la mañana siguiente, con algo de niebla, el piloto despega y aterriza en un llano de hierba verde cerca de Cascaes, donde lo espera el general rodeado de fervientes correligionarios que quieren asistir al histórico momento y a despedir al futuro dirigente de la nueva España. El aviador, el tal Ansaldo, observa la abultada maleta que a duras penas arrastra el asistente del general…imagínense con todas las medallas acumuladas en tan dilatada carrera militar. Así que le objeta a dicho asistente que la avioneta va cargada de gasolina, además, la pista es corta y termina en un bosque de árboles y, para más inri, el general no es una sílfide, sino que se ve que está bien alimentado…se ha “hartado” de bacalao en Portugal. Imagínense los gritos del asistente de Sanjurjo recordándole al piloto que delante tiene a uno de los generales mas laureados de España y no querrá que llegue a Burgos sin sus uniformes, sables y todas sus medallas y medallones cuando haya que celebrar la victoria. Los gritos llegarían al cielo, así que el piloto asiente y se resigna y acomoda el maletón como puede en la pequeña avioneta y ayuda a subir a Sanjurjo, ya que la agilidad no era su fuerte. Inmediatamente, Ansaldo inicia la maniobra de despegue, acelerando al máximo el motor y tras alcanzar la potencia deseada la avioneta se eleva, pero no lo suficiente…se escuchan gritos de mujeres, algún ¡ostia¡… por lo que choca con las copas de los árboles que hay al final del llano, pierde la estabilidad y se estrella contra un cercado de piedras. Sanjurjo muere en el acto y el piloto sale gravemente herido.
En la capilla ardiente que se improvisó en Lisboa…entre sollozos y lamentos, un fiel correligionario de la sublevación grita: “¡Sanjurjo ha muerto! ¡Viva Franco!” Y acertó…pues desaparecido Sanjurjo, Franco tuvo el camino libre para tomar el mando de la sublevación… camino que se convirtió en autovía cuando los otros personajes que podían hacer sombra al futuro caudillo, morían poco tiempo después, tanto el general Emilio Mola, en un accidente de aviación por motivos “extraños” y José Antonio Primo de Rivera, líder e la Falange Española de las JONS, quien moría ejecutado en Alicante, tras frustrarse un posible intercambio con políticos republicanos detenidos en territorio nacional…curioso ¿no? Como decían los moros con los que siempre se rodeó Franco (acordarse de su "guardia mora", el caudillo poseía "Baraka", es decir, una especie de bendición divina o estrella que le guiaba). Lo cierto es que,, Baraka o no, por una simple maleta y otras "cosillas" Franco se quedó con el terreno despejado y ya sabéis lo que paso… o no.

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